lunes, 30 de septiembre de 2013

HISTORIETA FILOSÓFICA




El orangután se estaba burlando de mí. Resultó ser ciertamente molesto pero aquella reacción era de esperar. Mi creciente arrogancia había sido la causante de que me encontrase sumida en un mundo de líquidos espesos y oscuros. Sentía cómo el barro se deslizaba por mi sedoso pelaje rojizo y se iba depositando sin permiso en las raíces, esperando solidificarse y así atraparme entre sus garras de suciedad y vergüenza. Me incorporé nuevamente y obligué a mis pequeñas y menudas patas a que comenzasen el camino hacia el mundo que había más allá de los barrotes, aquel que aquellos animales no conocían, un mundo de libertad. Miré al simio al que había retado y descubrí, a mi pesar, que seguía regocijándose de su victoria ante sus compañeros mientras me señalaba. Un profundo suspiro, procedente del interior de mi alma dolida, salió al exterior. Al ver a los orangutanes enjaulados un sentimiento de superioridad había atenazado mi ser y no había conseguido mantenerlo oculto; bajé del árbol en el que me encontraba, me introduje en su prisión y comencé a burlarme de su desdicha; y no satisfecha con mi osadía, reté a uno de los simios para comprobar quién era el animal que más distancia podía saltar.
Aún con la derrota a cuestas, me dejé abrazar por el verdoso espacio en el que me adentré y olisqueé con ganas el delicioso aroma del jazmín. Inesperadamente mi desazón desapareció y el sentimiento de superioridad resurgió, pero esta vez vino acompañado por una emoción muy diferente, la compasión. Deseaba que ellos disfrutaran también de la libertad, no se merecían aquel destino, ningún animal se lo merecía; pero una pequeña ardilla como yo no puede hacer nada por ellos, por lo que decidí proseguir mi viaje. Sin embargo, aunque seguramente no les volvería a ver, nunca olvidaría aquel encuentro; ellos me había enseñado que no debía reírme de las desgracias ajenas y que el no tener ciertos privilegios no quiere decir que sean peores.

LIBRO:SUEÑOS- prólogo

(Sueños es otro de los libros que he escrito, iré subiendo de vez en cuando fragmentos de él pero no lo subiré entero).

Desde la antigüedad los sueños han sido considerados una forma de contacto con la divinidad y la mejor forma de vaticinar eventos futuros. Nos traen cada noche universos insólitos, personajes misteriosos, visiones infernales o angelicales y episodios maravillosos que no podríamos vivir despiertos. Estas quimeras pueden llegar a tener un significado, pero muchos de ellos no llegan nunca a cumplirse porque simplemente en ellos suceden hechos que superan nuestro razonamiento, nuestra lógica.
Sin embargo, por otro lado, también podemos tener sueños que puedan manifestarse en nuestras vidas cotidianas; nosotros pensamos que esto ocurre porque tienen una base, es algo que podemos alcanzar simplemente con esfuerzo. Sin embargo ¿Cómo podemos estar tan seguros? ¿Cómo sabemos que esas cosas magníficas que superan nuestro entendimiento no son realidades? Es simplemente porque no tenemos pruebas, todo nuestro mundo se desarrolla ante esta actividad y, a causa de eso, no somos capaces de creer que esas  imágenes utópicas que vemos por las noches pueden llegar a ser posibles.
Por ese motivo nuestro mundo puede llegar a destruirse cuando descubrimos que algunos de esos sueños irracionales pueden ser reales  y es ahí cuando nos empezamos a plantear cuales pueden ser reales y cuáles no.
Nunca nos tenemos que dejar llevar por las apariencias porque a veces lo que parece ser real es ficticio y lo que parece ficticio es real. Nosotros tenemos que estar preparados para ciertos descubrimientos que nos podrían llegar a cambiar nuestras vidas.
Cuando llega el viento otoñal sabemos que se va a llevar consigo el verano para dar lugar a la siguiente estación, al igual que pasa con las estaciones puede ocurrir con nuestras vidas, puede que un día una ráfaga de viento llegue y se lleve consigo la tapadera que escondía una verdad, realidad que te han podido ocultar por diferentes motivos.
Por ello no hay que ignorar las pistas o evidencias que descubres o las que te proporciona el inconsciente, a veces, para descubrir quién eres realmente, debes dejar que ese viento te guíe hasta ese secreto por muy dañino que pueda llegar a ser

LIBRO: LA CARA OCULTA- prólogo

(La cara oculta es uno de los libros que he escrito, iré subiendo de vez en cuando fragmentos de él para que lo vayáis conociendo pero no lo subiré entero).


El  sonido de la gran batalla que se desarrollaba alrededor resonaba en sus tímpanos pero no era capaz de prestarle la atención que debiera. Inexplicablemente su mano se apretaba con fuerza el esternón, sentía una especie de líquido viscoso cubriendo su palma; la cabeza le daba vueltas, todavía no entendía muy bien lo que estaba sucediendo. Algo atemorizada, se apartó su temblorosa mano de aquella parte de su cuerpo, estaba totalmente manchada de una especie de líquido rojizo ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿Qué le estaba pasando? Durante unos instantes lo olvidó todo, olvidó el motivo por el que ella estaba en aquel terrorífico lugar. El dolor le atenazó de repente y entonces comprendió por qué estaba perdiendo tanta sangre, la habían herido y lo había hecho ella. Su vista comenzó a fallar, todo a su alrededor comenzó a dar vueltas y sus piernas empezaron a temblar; Asustada, miró a la persona que tenía delante, su mejor amiga; alargó su mano hacia ella suplicando su ayuda, pero por alguna extraña razón permanecía fría y seria, entonces comprendió que no iba a conseguir su auxilio. Dio un paso hacia atrás, tambaleante, sus fuerzas se iban a una velocidad de vértigo; al hacer aquello pisó algo y se dio la vuelta. A su espalda había una joven un poco más pequeña que ella, sin embargo no consiguió reconocerla, solo veía un montón de colores entremezclados. El dolor aumentó y sintió una quemazón en el abdomen que la obligó a toser, provocando que todo su cuerpo fuese consumido por fuertes temblores. Cuando aquel impulso desapareció volvió a abrir los ojos y ante ella vio un charco de sangre, cada vez estaba peor. Intentó mirar una vez más a la chica que tenía delante, creyó ver en sus ojos un sentimiento de culpabilidad, pero ya no sabía si lo había visto o había sido su imaginación. Le costaba demasiado respirar y su conciencia iba menguando por momentos, le quedaba muy poco así que se dejó caer. Todo su cuerpo rebotó contra el suelo provocando algo de entumecimiento en su espalda, pero la verdad es que ya le daba igual, estaba a un paso de la muerte y lo cierto era que la deseaba con mayor ferocidad con el paso de los segundos porque lo único que quería era que aquel sufrimiento desapareciese. Cerró los ojos en busca del descanso eterno cuando escuchó su voz a lo lejos; apretó sus párpados con fuerza, había pasado tantas cosas con él… nunca había pensado que se llegaría a enamorar de alguien y mucho menos de alguien como él, sonrió; se había acostumbrado a su carácter, a su formalidad, a sus contestaciones, a sus quejas, a su ceño fruncido, a sus caricias, a su sonrisa, a su confianza, a su forma de darle ánimos… había pasado tantas cosas en aquel lugar, nunca hubiese imaginado que aquella inesperada visita le llegaría a cambiar tanto su vida, y los más inaudito era que, aunque en ese momento estuviese perdiendo todo lo que le quedaba de juventud, de madurez y de vejez a causa de aquel cambio, no le importaba, porque aquella visita había resultado proporcionarle la mejor etapa de  toda su corta existencia. Sintió el tacto de unas manos en su brazo, comenzaron a zarandearla, pero ya no tenía fuerzas ni siquiera para abrir una vez más los ojos; los pasos de aquel hermoso joven comenzaban a acercarse, por el sonido de sus espadas desgarrando la piel dedujo que estaba desesperado por llegar a su encuentro y estaba dispuesto a cortar todas las gargantas que se interpusiesen en su camino. Ya casi no sentía su cuerpo, cada vez le costaba más respirar, sin embargo estaba feliz, no se arrepentía de nada; estaba orgullosa de las acciones cometidas, estaba contenta de haber encontrado un grupo con el que podía contar en cualquier momento y lo mejor de todo es que por fin había conseguido saborear aquel sentimiento tan dulce y doloroso que se encontraba en todos los corazones humanos, por fin había conseguido enamorarse. Quizás de lo único de lo que se arrepentía era de no haber podido disfrutar un poco más con él de aquella mágica sensación que embargaba todo su ser cuando estaban Juntos, pero bueno, siempre había un precio que pagar por los malos actos cometidos. Relajó todos los músculos de su cuerpo, estaba preparada para irse, sólo había una última cosa que quería hacer antes de ir al otro mundo y era disfrutar del imborrable recuerdo que se había quedado grabado en su corazón sobre la temporada que había pasado en aquel internado, Junto a ellos; y todo ello había comenzado aquel veintiuno de octubre del año 2032.

domingo, 29 de septiembre de 2013

CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO





Vivimos en una sociedad en la que todavía quedan resquicios del machismo que una vez experimentamos, podemos ver las distinciones que se hacen tanto en el trabajo como en el hogar entre la mujer y el hombre. En la actualidad las agresiones por diferencia de género son menores que en el pasado, somos más conscientes, podemos entender lo cruel y despiadado que es tratar así a una persona por lo que luchamos contra ello, pero esto no implica que los maltratos hayan desaparecido.


Las que sufren este tipo de violencia no pueden creer que la persona a la que aman quiera de verdad hacerles daño, le perdonan e intentan fingir que no ha ocurrido nada, aguantan todo el dolor, lo esconden y con los ojos vendados se sientan a esperar que la tormenta amaine. Desean con locura que nadie descubra esa horrible historia de terror que están viviendo y que todo quede en el olvido.

El problema es que estas víctimas no se dan cuenta de que quedarse ahí sentadas sin hacer nada no dará resultado. Cada vez que las griten o las agredan el dolor lo único que hará será crecer, pero siguen negándose a creerlo. El sufrimiento es un sentimiento que no muchos conocen, se apodera de ti, te devora, corroe tu alma, sientes cómo te va matando poco a poco por dentro, quieres detenerlo pero no encuentras el modo de hacerlo. Ahí surge la desesperación. Llega un momento en el que ni las lágrimas logran apaciguarte.

Tienes miedo, estás dolida, desesperada, perdida… en alguna ocasión piensas que quizás lo mejor es dejar que alguien te ayude, pero el recordar los golpes de tu compañero desgarrando tu piel y sus gritos retorciendo tu alma te paraliza. Sabes que si lo descubre la situación empeorará y la pesadilla llegará a ser aún más insufrible. Por más que buscas no encuentras la salida; te sientes débil y la soledad se apodera de tu corazón.

Nosotros tenemos que luchar por todas estas personas, debemos hacerlas ver que sí pueden contar con nuestra ayuda, que las guiaremos hasta esa luz que tanto ansían y que no tienen por qué seguir escondiéndose. Las sombras de esas viviencias seguramente las perseguirán el resto de su vida, pero con apoyo y optimismo todos esos dolorosos sentimientos pueden hacer que en un futuro se sientan más fuertes y con ganas de vivir.

CIBERBULLYING



En cuanto llego a la seguridad de mi habitación me encierro y me acurruco en lo más recóndito de aquella estancia, aprieto con fuerza mis piernas y escondo mi rostro entre ellas intentando así huir de todos aquellos malditos demonios que me persiguen. En mi cabeza resuenan sin cesar todas las palabras envenenadas que mis compañeros no paraban de susurrarme en clase. Tengo ganas de desaparecer y acabar con toda esa agonía que me mata por dentro; la presencia del ordenador en mi cuarto hace que me sienta aún más insegura, sé que es otro medio que tienen para torturarme, mi página de tuenti está llena de fotografías que me ridiculizan y de comentarios malvados puestos con el único propósito de dañarme; lo peor es que todos mis contactos han visto lo que hay en mi página y muchos de ellos o se unen a las risas o dejan de hablarme. Quiero tirar ese aparato y hacerlo desaparecer, pero sé que eso no hará que dejen de acosarme, buscaran otra manera de ponerse en contacto conmigo. Ya no sé qué hacer, el dolor y la angustia crecen con mayor rapidez en mi interior conforme pasa el tiempo; cada vez me cuesta más fingir delante de mis padres que todo va bien, tengo ganas de llorar a todas horas, me cuesta mucho salir de mi cuarto porque tengo la sensación de que en cuanto lo hago aquellas personas con las que me cruzo por la calle me miran fijamente y susurran entre ellos palabras hirientes. Es horrible el sentimiento de soledad que alberga mi corazón, me he planteado muchas veces decírselo a mis padres pero no quiero que ellos sufran; además, aunque lo hiciera, no podrían hacer nada por ayudarme. Tengo un terrible pavor a las consecuencias que podría provocar si revelase lo que me están haciendo mis compañeros, sé que las cosas irían a peor y yo ya no lo soporto más, este sufrimiento es inhumano y yo cada vez me siento más débil, no sé cuánto tiempo más podré aguantar así. Estoy desesperada y marchita, intentó por todos los medios seguir siendo positiva y meterme en tuenti para ver si ha sido todo un mal sueño o por lo menos si han decidido dejarme en paz; pero cada día los insultos son peores y mi fe se va consumiendo. Por más que pienso no consigo encontrar una salida, lo único que puedo hacer es aguantar aquella tortura infernal hasta que se cansen o hasta que se me ocurra una solución; mi alma espera con ansias ese día aun sabiendo que quizás no llegue cuerda a él y también sabiendo que, si por algún casual no pierdo la razón, me quedarán secuelas de aquella etapa escolar que me marcarán el resto de mi vida.

UN FIN DE SEMANA

Los acontecimientos sucedidos aquel viernes por la noche no habían sido los que ella había esperado, aquella inolvidable conversación había desembocado en aquel horrible sábado, día en el que tuvo que observar, impotente, cómo aquel chico le daba la espalda a ella, chico con el que había estado deseando volver a encontrarse desde hacía mucho tiempo.

El domingo por la mañana Mara se levantó tranquilamente, le dio los buenos días a toda su familia y se encerró en su cuarto de estudio para hacer sus tareas. Sin embargo había algo diferente en aquel hábito matutino y no era un hecho que se pudiese ver a simple vista. Yo podía notarlo porque estaba con ella a todas las horas todos los días, la conozco mejor que nadie, por ese motivo supe que algo no andaba bien.
Se sentó en su pequeño pupitre y abrió uno de los libros; no me fijé en cuál de ellos fue, ni siquiera me fije en si de verdad era un libro de texto, lo único que conseguía llamar mi atención en aquellos momentos era el enrarecido rostro de la joven. Sus ojos miraban atentamente aquellas numerosas letras que había ante sus ojos, pero yo sabía perfectamente que no las estaba viendo, su mente vagaba perdida en algún lejano mundo, lugar en el que yo no podía adentrarme. Su mirada cambió de objetivo; mientras observaba el hermoso jardín que había plantado su madre, pude contemplar los labios de la joven que se mantenían contraídos y destrozados por los fuertes dientes que  no paraban de morderlos. Su mirada estaba vacía, triste, parecía que alguien se había adentrado en ella y le había robado todos aquellos sentimientos que caracterizaban al ser humano. Todo mi ser se contrajo al ver que ella, una joven realmente especial para mí, lo estaba pasando mal y yo no podía hacer nada. Sabía el motivo de su angustia, yo había estado presente y sin embargo no pude hacer nada para evitar aquella situación. No quería seguir torturándome así que intenté pensar en otra cosa, pero aquel intentó fue una insensatez porque mi mente comenzó a recordar aquel día, no muy lejano, en el que había comenzado toda aquella historia.

El viernes al salir de clase encendió el móvil corriendo, ese día resultaba ser muy importante para ella, por fin iba a poder verle; desde que se había cambiado de colegio no había tenido ocasión de quedar con él, siempre ocurría algún percance; pero aquel día no podía ocurrir nada, lo habían estado preparando durante mucho tiempo, los dos tenían reservada aquella tarde por lo que nada podía impedirla volver a ver a su mejor amigo. Sus amigas no consiguieron retenerla, lo único que consiguieron de Mara fue un simple:- Ya os llamaré-.
Sin embargo aquello no les molestó, sabían perfectamente el motivo de su euforia, así que se despidieron de ella y con una sonrisa comenzaron a murmurar, seguramente estarían inventándose un par de historias románticas sobre aquellos dos amigos las cuales yo no podía negar porque hasta ella tenía ciertas dudas sobre lo que de verdad sentía hacia él.
Llegó al metro en un abrir y cerrar de ojos, durante esa carrera tuve la sensación de que al final me iba a dejar atrás a causa de los enérgicos movimientos que conseguían impulsarla hacia aquella máquina eléctrica. Durante la estancia en el metro no pudo quedarse quieta, comenzó a dar pequeños paseos por todo el vagón; en uno de esos paseos consiguió pisar a una mujer gitana que se hallaba recostada en su asiento con un pequeño niño a sus piernas. Al instante ella se disculpó como pudo, pero ese gesto no parecía complacer a la mujer así que al ver que no iba a poder arreglar aquella torpeza decidió cambiarse de vagón. Una voz femenina comenzó a inundar el metro, pude ver como su pecho comenzaba a moverse con mayor velocidad; el metro comenzó a realizar su parada, Mara apretó con fuerza el botón que la liberaría de aquel transporte; por fin el metro hizo un pequeño balanceo anunciando que se habían detenido, ante aquel gesto Mara apretó con rudeza el pulsador y salió corriendo al exterior.
Sus piernas no cesaron de moverse hasta escuchar el sonido de la puerta de su habitación al cerrarse, rápidamente comenzó a sacar toda la ropa de su armario, todos los blusones y los pantalones comenzaron a volar por aquella estancia, cuando hubo conseguido desordenar todo su cuarto miró el reloj que tenía en la mesita de noche, las cuatro y veinticinco, tenía un escaso margen para: elegir la ropa, ducharse, maquillarse y arreglarse el pelo. El problema era que para ella una hora era todo un mundo, la conocía demasiado bien, seguramente estaría pensando que tenía tiempo de sobra. Una sonrisa se dibujó en sus labios y supe que había dado en el clavo, no pude reprimir un bufido, era demasiado predecible.
La hora que tenía de margen comenzaba a extinguirse, pero ella seguía preparando las cosas con extremada lentitud. Cuando ya tuvo todo listo volvió a mirar el reloj, al ver su rostro por mi mente pasó fugazmente la famosa expresión de “si es que ya lo sabía yo”, así que como un rayo me dejó en la habitación y comenzó su carrera contra reloj.

Me obligué a volver a la realidad, no era una buena idea recordar aquellos momentos, era algo demasiado doloroso incluso para mí. Volví a fijarme en Mara, había dejado de mirar hacia el exterior y ahora ocultaba su rostro entre las manos, en ese momento pensé: “No es posible, no puede estar llorando”. Pero así era, aquella sospecha había resultado ser cierta, lo supe en cuanto me acerqué a ella. Pude ver entre sus dedos las gotas cristalinas que intentaban escaparse de aquella oscura cárcel de piel y escuché el silencioso gimoteo que procedía del interior de su garganta. Aquello era insoportable, todo mi ser comenzó a temblar a causa de la tristeza que me embargaba, prefería recordar aquellos momentos en los que por lo menos la joven era feliz.

Con la ayuda de su padre llegamos a tiempo al lugar donde habían quedado; no era un lugar que frecuentasen pero habían decidido quedar en Tres Aguas simplemente porque había bolera, un pequeño cine y una tienda de bocadillos donde podrían cenar acabada la jornada. Cuando su padre se marchó Mara comenzó a examinar con la mirada todo lo que tenía a la vista y allí lo encontramos. Estaba justo en frente de la fuente, las manos metidas en los bolsillos de los pantalones y abrigado con su típico anorak verde; sus cabellos lisos y castaños resplandecían a causa de las gotas de agua que le habían salpicado. La joven comenzó a correr, comenzó a gritar su nombre, todas las personas que había a su alrededor comenzaron a observar a aquella escandalosa muchacha, pero a ella le daba igual; yo fui la única que se avergonzó. Los resplandecientes ojos marrones del muchacho se iluminaron ante la curiosa escena que estaba montando su amiga. Cuando Mara llegó a su lado se tiró hacia él y dejó que el chico la sostuviera entre sus largos brazos; un caluroso sentimiento de felicidad se apoderó de mí, los dos estaban radiantes, los dos habían estado deseando volver a verse y por fin ese deseo se había cumplido.
La tarde pasó rápidamente, fue muy divertida y amena, transcurría tan apaciblemente que incluso parecía que nunca habían llegado a separarse, que era una situación que repetían todas las tardes.
La noche llegó y con ella la hora de cenar; los dos jóvenes, conmigo a sus espaldas, salieron ilusionados del cine y se dirigieron a una de las muchas cafeterías que había en aquel lugar, pero cuando fuimos a entrar en aquella bocatería pude ver un siniestro brillo en los ojos del muchacho; permanecí unos segundos en frente de la puerta, se me había formado un nudo en el estómago, algo iba mal. El joven compró los bocadillos, jamón y queso para los dos, Mara comenzó a comer rápidamente pero Alex apartó momentáneamente el bocadillo; ese acto nos sorprendió a las dos, era un chico bastante glotón aunque para nada gordo, tenía que haber una buena explicación para aquel gesto; y así era, la había. Cuando el joven hubo soltado aquello que le quitaba el apetito el rostro de la joven cambió radicalmente, esa cara se me quedaría grabada el resto de mi vida.

Sus manos ya no se encontraban escondiendo su rostro, una de aquellas extremidades apretaba un lápiz con el que no paraba de hacer dibujos abstractos, inconexos unos de otros, al menos, eso era lo que creía; pero en cuanto me acerqué un poco más supe que estaba equivocada. Aquellos dibujos eran espaldas, en esas espaldas se repetía siempre la misma frase, era la última frase que consiguió decirle.

Aquel sábado por la tarde iba acompañada por sus padres y su hermana, al parecer ellos ya sabían cómo iba a terminar aquel reencuentro del día anterior. Miré entristecida a la joven, estaba verdaderamente seria; no se había enfadado con sus padres, no se había enfadado con él, simplemente había dicho que lo entendía, que entendía todo; pero no era verdad, yo sabía que estaba escondiendo lo que verdaderamente sentía. Alex se encontraba en frente de ella, al lado de sus padres; sus maletas eran los objetos que más sobresalían. A la espalda del joven se encontraba la aduana, estaba a un paso de separarse de él. Cuando estuvieron juntos sus padres les dejaron solos; durante unos angustiosos segundos estuvieron en silencio, quise ayudarlos pero me era realmente imposible. Alex intentó decirle algo pero ella no le dejó, le regaló su característica sonrisa y le hizo prometer que no perderían la comunicación. Él se lo prometió. Luego le dijo que deseaba que se lo pasara muy bien y que no se preocupase por ella; ante aquello él bajó la cabeza, no tenía las fuerzas que necesitaba para desprender la coraza de su mejor amiga.
Había llegado la hora de la verdad, ella sonrió y comenzó a despedirse con la mano; pero cuando Alex se dio la vuelta algo dentro de ella se rompió, al ver su espalda sus verdaderos sentimientos estallaron. Las lágrimas comenzaron a resbalar por su destrozado rostro y gritó desesperadamente:- ¡Vuelve! ¡No quiero que te marches!-.  Seguramente aquellas palabras habían sido las que, desde un principio, había esperado el joven; pero era demasiado tarde, no había vuelta atrás.


El trueno me devolvió a la realidad, era la mañana posterior a aquella terrible despedida, miré de nuevo a Mara, era normal que estuviese así de destrozada, pero aun entendiéndolo el verla así era algo que me destrozaba el alma, por eso quería hacer algo. Mara comenzó a dar vueltas a alrededor de su dedo uno de los anillos que le había regalado su madre, señal de que estaba nerviosa. Angustiada miré hacia el cielo, observé por la ventana todo aquel infinito manto de nubes negras, quise que me dieran alguna explicación, quería saber por qué no me habían dejado actuar, pero lo único que conseguí ante aquellas angustiosas peticiones fue el comienzo de una gran tormenta. Volví con ella de nuevo y me acerqué con las lágrimas apunto de resbalar por mis pálidas mejillas, quería consolarla, quería disculparme, pero sencillamente era algo imposible. Alcé una de mis manos y me dispuse a acariciar su mejilla, pero al instante mis dedos la traspasaron; las rodillas comenzaron a temblarme así que me dejé caer, las lágrimas habían comenzado su recorrido. No lo entendía ¿De qué servía ser su ángel protector si no podía hacer nada en estos casos? Deseaba con todas mis fuerzas hacer algo para apaciguar su dolor, pero me era realmente imposible, un ser incorpóreo como yo no puede tocar a seres como ella. Lo único que pude hacer por Mara fue estar a su lado y compartir aquella carga que soportaba su corazón, esperando que así lo llevase mejor. 

Mi presentación

¡Hola a todos!
Mi nombre es Nidia y espero que os guste lo que voy a subir en este espacio. He abierto este blog porque me gustaría que la gente conociese mi escritura; uno de mis sueños es conseguir que las personas puedan evadirse y olvidar durante un rato aquellos malos momentos que todos tenemos en alguna ocasión. Me gustaría llevaros a un mundo distinto donde os podáis entretener. Personalmente, a mí la escritura me ha ayudado mucho, gracias a ella he podido superar muchas de las barreras que la vida me ha puesto, por entonces hacer lo que estoy haciendo ahora no se me hubiese pasado por la cabeza, soy muy tímida y si no me siento segura con respecto a algo que haya hecho no me gusta exponerlo al público y, por alguna razón, nunca he estado del todo satisfecha; sin embargo ahora me siento con la confianza necesaria para abrirme y mostrar un poco mis habilidades, quizás no sean excepcionales y ni siquiera consiga publicar en mi vida un libro pero por lo menos, a través de este lugar, podré conseguir que la gente pueda ver otra realidad.

Aquí publicaré relatos cortos, historias, mis pensamientos y algunos fragmentos de mis novelas. No os cortéis en comentar, todas vuestras opiniones me pueden ayudar en mi crecimiento como escritora y sabiendo lo que queréis podré crear historias con temas que os gusten.

¡Encantada de conoceros!
¡Espero que os divirtáis! 

(Si os gusta podéis seguirme tanto en el blog como en twitter: @nidiaenlared.)